Las lunas del biberón

Escritos durante siete años, frente al contacto directo y al pensamiento permanente con una niñez entrañable, los versos de Las lunas del biberón despliegan una particular visión sobre la tierna infancia, sus fantásticas vivencias y sus extraordinarios descubrimientos. Pero, por mucho que parezca, este no es un libro infantil, ni mucho menos: sus poemas son unas emotivas y al mismo tiempo lúcidas reflexiones sobre esa maravillosa aunque efímera época de la vida, que versan desde el más exaltado canto a la amada pureza hasta el más hondo lamento por la pérdida de la inocencia, pasando por sinceros consejos morales y serias advertencias hacia un futuro que se presiente oscuro y amenazador. En este libro la infancia no es la razón, la meta, sino el pretexto, el motivo, para un alegórico simbolismo sobre la condición humana, con sus mejores virtudes y sus peores defectos, con sus eternas luces y sus infinitas sombras. Y como consecuente apéndice, Plumas para Ángeles, una breve serie de poemillas dedicados a una bebé afectada por una gravísima enfermedad que la tuvo en puertas de la muerte, alzan su vuelo como laicas plegarias, como profanas oraciones, entre la vitalidad y la fatalidad, entre la pesadumbre y la esperanza, en pos de una curación que parecía imposible… Pero que finalmente resultaron favorables: la chiquilla, por fortuna, sobrevivió.